.
.
.
«Allí donde la Luz es intensa,
la Sombra es profunda.»
tito Goethe dixit
.
.
Dedicado a todos aquellos a los que en ocasiones les he dado/doy miedo.
A ver si es que ellos han proyectado algo aún irresuelto y/u/o pendiente por recognoscer en su Inconsciente sobre mí… que todo podría ser… 🙄
.
.
Dijo Jesús: «Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una sola, seréis hijos del hombre; y si decís: ¡Montaña, trasládate de aquí!, se trasladará».
Evangelio de Tomás (texto copto de Nag Hammadi).
.
Nadie reconoce su Sombra… hasta que violan a su hija y le ponen delante al violador.
yo dixit
Quizá sea esta una de mis entradas más necesarias.
Escribo esta entrada por el mismo motivo por el que escribo el 95% de mis entradas: para seros ÚTIL.
.
.
«No es mirando a la luz como se vuelve uno luminoso, sino hundiéndose en la oscuridad. Pero esta labor es a menudo desagradable y, por tanto, impopular.«
Carl G. Jung
.
Sin el conocimiento de la Sombra es IMPOSIBLE conocerse bien.
Hacer emerger los recursos no explotados del propio ser, por muy amenazante que esto pueda parecer, permitirá apropiárselos y reintegrarlos. Se cumplirá así la primera condición de todo crecimiento humano: «Conócete a ti mismo.» Nosce Te Ipsum, sí, tal cual estaba inscrito en el pórtico del Templo de Delfos.
Cuando a Jung se le pidió que precisase más su concepción de la Sombra, se negó afirmando con humor: «La Sombra es la totalidad del inconsciente».
La Sombra es todo lo que hemos arrojado al inconsciente por temor a ser rechazados por las personas que desempeñaron un papel determinante en nuestra educación.
Para agradarles, relegamos grandes porciones de nosotros mismos a las mazmorras del inconsciente. Empleamos todos los medios a nuestro alcance para eludir hasta la más mínima desaprobación verbal o tácita por parte de las personas a las que amábamos o de las que dependíamos.
Sensibles a la apreciación de los otros, nos mostramos amables, educados, correctos. Y para hacerlo, tuvimos que rechazar todo cuanto pudiera parecer desviado, vergonzoso o reprensible. Nos empeñamos en camuflar lo que parecía desagradarles o resultarles chocante.
Ser servicial estaba bien visto, mientras que pensar en uno mismo era considerado una actitud egoísta. Obedever era valorado, pero el afirmarse no lo era en absoluto. El ser dulce estaba admitido, pero el enfadarse molestaba.
Poco a poco, se construyó en el fondo de nosotros mismos un vasto mundo subterráneo hecho de represiones y de rechazos acumulados durante años. Finalmente, nos encontramos sentados sobre una especie de volcán psíquico que amenazaba con entrar en erupción a cada momento.
A esta energía psíquica comprimida, pero siempre viva y activa, le llamamos la Sombra. La Sombra es ese oscuro tesoro compuesto de los elementos infantiles del ser, los apegos, los síntomas neuróticos y, por último, los talentos y los dones no desarrollados. Ella asegura el contacto con las profundidades ocultas del alma, con la vida, la vitalidad y la creatividad.
Esta entidad salvaje y no cultivada de nuestro ser exige sin cesar ser reconocida y explotada. ¡Pobrecitos de los que siguen haciendo caso omiso de su existencia…! La Sombra forzará un día la puerta de entrada del yo consciente y lo invadirá. Por otro lado, si la acogemos bien, se dejará «domesticar» y nos revelará toda su riqueza, para que la explotemos.
¿En qué consiste el trabajo de reconciliación con la Sombra?
Se trata de reintegrar en la zona del yo consciente los elementos ocultos del ser y reapropiárselos, con el fin de lograr la expansión más completa de la persona.
Sombra y autoestima:
Hacer las paces con la propia Sombra y entablar amistad con ella constituye la condición fundamental de una auténtica autoestima. Porque, ¿cómo podría uno amarse y tener confianza en sí mismo si una parte de sí, su Sombra, es ignorada y milita contra sus propios intereses?
Es curioso constatar que las obras actuales sobre la autoestima no muestren mayor interés por los desastrosos efectos de una sombra dejada en estado salvaje, pues se convierte en una importante fuente de menosprecio de uno mismo y del prójimo.
Quien rehusa este trabajo de reintegración de la propia sombra se expondrá a desequilibrios psicológicos: tenderá a sentirse estresado y deprimido, atormentado por un sentimiento difuso de antustia, de insatisfacción consigo mismo y de culpabilidad; será objeto de toda suerte de obsesiones y susceptible de dejarse arrastrar por sus impulsos; celos, cólera mal reprimida, resentimientos… etc.
La dependencia es un problema de la Sombra. La atracción compulsiva por el alcohol y las drogas provienen de la búsqueda incongruente del lado sombrío del ser. Por más que se acuse a las sustancias tóxicas de ser la causa de degradaciones humanas, en realidad no son más que su causa indirecta, al permitir a quien las utiliza franquear los límites del yo consciente. Así, por un momento, se puede identificar con el lado sombrío de sí mismo que le obsesiona constantemente. La parte sobria del alcohólico se encuentra en una constante insatisfacción mientras no se reencuentre con la parte alcohólica escondida en la sombra.
La Sombra y la creatividad
El trabajo paciente e inteligente de la reconciliación con la sombra pondrá de manifiesto inmensas potencialidades que permanecían ocultas y en estado salvaje en el inconsciente. Su actualización producirá un aumento de la vitalidad, al tiempo que estimulará la creatividad en todas las dimensiones de la vida.
La Proyección de la Sombra
Si no es reconocida y acogida, la sombra no sólo creará obsesiones, sino que forzará su entrada en el yo consciente en forma de proyecciones sobre el prójimo.
¿Cuáles son los efectos de la proyección de la Sombra en el entorno social? Una persona en conflicto con una proyección de su Sombra verá perturbada su percepción de lo real. Los rasgos o cualidades que haya rehusado ver en ella serán atribuidos a otros, como si les pusiese máscaras. Entonces tenderá a idealizar a los portadores de sus proyecciones, a despreciarlos o a temerlos. En suma, el «proyector» —el autor de la proyección— llegará a tener miedo él mismo de las proyecciones de su Sombra. La verá perfilarse sobre los seres, que, a sus ojos, se volverán fascinantes o amenazadores, como otros tantos espejos deformantes.
Resolución de conflictos creados por la proyección de la Sombra
Si alguien proyecta sus propios defectos o debilidades sobre otra persona, ¿cómo imaginar que pueda pretender tolerar, incluso amar a esa persona, ya sea su jefe, su vecino, su cónyuge o su hijo? Este prójimo le crispará los nervios y lo atormentará.
El conocimiento de los juegos, reflejos y efectos de la Sombra es, por consiguiente, una baza preciosa para los mediadores encargados de arbitrar este género de conflictos: los habilita en primer lugar para detectar las proyecciones recíprocas que los antagonistas hacen de su sombra respectiva y, después, para reapropiárselas. Ninguna otra técnica clásica de resolución de problemas se ha mostrado apta para arreglar este tipo de conflicto. De hecho, el embrollo creado por las proyecciones mutuas de los dos adversarios no puede ser desenredado de otra manera.
Los consejeros conyugales se enfrentan continuamente con este género de conflicto suscitado por las proyecciones mutuas de los cónyuges.
Para Carl Jung, la toma de conciencia de las proyecciones sobre el prójimo así como el repliegue sobre uno mismo, no sólo produce una mejora de las relaciones interpersonales sino que tiene un efecto benéfico sobre toda las sociedad. Para él, el hombre que se esfuerza en reconciliarse con su sombra hasta el punto de reintegrar sus proyecciones, hace una obra útil para el mundo: por ínfimo que esto pueda parecer, consigue ayudar a solucionar los problemas enormes e insuperables de nuestro tiempo.
Para Carl Jung, «la Sombra es un problema moral que desafía al conjunto del ego de la personalidad. Porque nadie puede llegar a ser consciente de la Sombra sin realizar un esfuerzo moral considerable. Llegar a ser consciente implica reconocer como presentes y actuales los lados sombríos de la persona.»
Dijo también: «Encontrad aquello que una persona teme más y sabréis de qué estará hecha su próxima etapa de crecimiento».
Sin una verdadera y profunda aceptación de sí mismo, la vida espiritual descansa sobre unas bases psicológicas llenas de trampas, y no es más que una huida hacia un mundo ilusorio. ¿No es el conocimiento humilde de uno mismo la condición primordial de toda verdadera espiritualidad?
Para el mitólogo Joseph Campbell «durante los 35 o 40 primeros años de nuestra vida, nos esforzamos en subir por una larga escalera, con el objeto de alcanzar al fin la cima de un edificio. Después, una vez que estamos sobre el tejado, nos percatamos de que nos hemos equivocado de edificio.»
Son raros los que están plenamente satisfechos de sí mismos. Se constatan siempre en la vida lagunas más o menos graves. El espectro de la muerte se hace más presente. ALgunos se esfuerzan entonces por encontrar una nueva juventud. Otros cambian de carrera o rompen su matrimonio; otros adoptan además un nuevo estilo de vida. En resumen, en la mitad de la vida muchas personas querrían comenzar todo de nuevo.
Es en ese momento cuando deberían hacerse esta pregunta: «¿Debería contentarme con cambiar solamente el exterior de mí mismo? ¿No debería sumergirme primero en mi interior?». La respuesta es clara. Después de haber dedicado años de su vida a construirse un EGO importante, a ser un elemento cualificado de la sociedad, el desafío de esta edad es explorar en uno mismo un mundo de posibilidades sin cultivar. La crisis de la mitad de la vida exige de uno mismo la explotación del potencial oculto en la Sombra: sin él, el logro del pleno desaroollo espiritual se encuentra comprometido.
.
Olvidad vuestro perfil;
ya no está de moda.
Pero sentid al que marcha
a vuestro lado
y cuya existencia no creéis.
Antonio Machado
La Sombra no se deja detectar fácilmente. Una persona que no tuviese ninguna idea de la Sombra y de sus efectos sería incapaz de adivinar su existencia. De ahí la importancia de tener un conocimiento teórico de la Sombra para poder después experimentarlo.
Jung define la Sombra como «el lado negativo de la personalidad, la suma de todas las cualidades desagradables que tendemos a detestar y a ocultar, así como las funciones insuficientemente desarrolladas y el contenido del inconsciente personal». La Sombra, aunque parezca incompatible con las ideas recibidas y los valores de tal o cual medio, no es en sí misma algo malo.
La image de la Sombra ilustra bien el mundo rechazado. Ordinariamente, preferimos caminar guiados por la luz. Esto nos impide ver la sombra que nos sigue, que a menudo es percibida por los demás antes que por nosotros. Igualmente, los otros distinguen con frecuencia mejor el lado sombrío de nuestra personalidad que nosotros rehusamos ver.
La Sombra Negra y la Sombra Blanca
La Sombra Negra proviene de todo instinto rechazado, como el de la sexualidad y el de la agresividad. Se manifiesta sobre todo en las personas que han adquirido una reputación de rectitud y virtud. A veces, la Sombra Negra que han querido ignorar se subleva contra los valores transmitidos por el medio: rebeldía contra las reglas de la sociedad, transgresión de las leyes, rivalidad con los demás, actitudes de envidia y de celos, deseo de dominación, pulsiones sexuales, etc.
La Sombra Blanca proviene de la falta de desarrollo o del rechazo de una tendencia virtuosa y espiritual. Tiene su origen en la presión que un medio familiar y social ejerció desde muy pronto en la persona al imponer como normas conductas y actitudes desviadas.
Ej.:
Un mafioso cuya única ambición es explotar a las personas, rechaza en sí mismo toda tendencia natural a la honestidad o a la generosidad. Su Sombra Blanca se compone entonces de las virtudes rechazadas de la honestidad y la compasión.
Sombra familiar
La familia también puede enviar mensajes negativos al individuo: no existas, no seas tú mismo, no seas niño, no crezcas, no triunfes, no tengas salud, no te comprometas o no seas íntimo en tus relaciones, no pienses, no sientas.
A veces la Sombra de todas una familia se concentra en uno solo de sus miembros. Es el caso clásico de la «oveja negra» que se desvía de las reglas y normas de la familia.
Sombras grupales
Por instinto, las sociedades llamadas «primitivas» encontraron un correctivo a las desviaciones de su Sombra colectiva: algunos de sus miembros son designados para «representar» la Sombra colectiva y conducir al grupo a relativizar sus hábitos y sus maneras de pensar. Entre los sioux de América el Heyhoka ejercía el ministerio sagrado consistente en representar la Sombra del grupo. De forma sistemática, hacía AL REVÉS toda una serie de actividades: montaba a caballo mirando hacia atrás; construía su tienda colocando la abertura en dirección opuesta a la de las otras tiendas; llegaba incluso a defecar durante las ceremonias religiosas. Constantemente se complacía en violar las reglas y las normas de su tribu: la figura del TRICKSTER.
.
.
.
.
.
En la corte del rey, el bufón desempeñaba un papel similar al lado del soberano: le revelaba todo lo que su corte intentaba ocultarle.
En la «fiesta de los locos» de la Edad Media, las posiciones sociales eran trastocadas. Por ejemplo, el idiota del lugar era nombrado rey; se hacía que los burros celebraran las misas en lugar de los prelados. Hoy en día son los payasos y los comediantes los que cumplen parte de esta función. Nos devuelven nuestra Sombra nacional el denunciar nuestros defectos comunes.
.
.
.
La formación de la persona o máscara
El concepto de «Sombra» resulta incomprensible para quien ignora el de persona. Este componente esencial de la personalidad es también designado con el nombre de ego-ideal. Después de Jung, el término persona significa más precisamente el yo social resultante de los esfuerzos de adaptación desplegados para observar las normas sociales, morales y educacionales del medio. La persona echa fuera de su campo de conciencia todos los elementos —emociones, rasgos del carácter, talentos, actitudes— juzgados inaceptables por las personas importanes de su entorno. Al mismo tiempo, como he afirmado anteriormente, produce en el inconsciente una contrapartida de sí misma que Jung llamó la Sombra. Así pues, la persona es a la Sombra lo que el anverso al reverso.
Para Jung, la máscara no conoce su Sombra.
Uno se encuentra enfrentado a la dificultad, a primera vista insalvable, de tener que adaptarse a su entorno, sin deber por ello descuidar el crecimiento de su yo íntimo. ¡Qué dilema! De un lado, se debe promover el desarrollo de la persona con el riesgo de obstaculizar la socialización necesaria del individuo; en cuanto al otro, se debe preservar el crecimiento de su yo íntimo, evitando dedicar demasiada energía a la adaptación del medio social. Luego… ¿qué hacer?
Es necesario construirse en primer lugar, un yo social (una persona) sano y sólido, dejando para más tarde el trabajo sobre la Sombra. Sin embargo, algunos autores dan a entender que una educación perfecta debería poder eliminar toda formación de la Sombra en el niño para que, una vez que es adulto, no tenga que sufrir por ella.
Sin embargo, nadie puede elegir el tener o no tener una Sombra. La necesidad de construirse un yo social engendra necesariamente la formación de una Sombra. Pensar en educar a un niño intentando evitar este fenómeno es ilusorio.
La persona de un individuo tiene como función permitirle adaptarse a las exigencias de su medio social y ayudarle a comportarse en consecuencia. Pero llega un momento en que la adaptación al medio se revela patógena. El individuo que se haya construido una persona-armadura ya no se atreverá a expresar sus verdaderos sentimientos y emociones; manifestará únicamente aquellos que cree que serán admitidos por sus educadores.
La experiencia que ha conducido al niño a esta reacción de defensa explica aquellos de sus comportamientos que tienden a manipular a las personas cercanas en su provecho. Pero hay que pagar un precio por esta falta de autenticidad. Por no haber conseguido adaptarse de un modo normal a su medio social, la falsa persona será el origen de una Sombra caracterizada por un profundo enraizamiento en el inconsciente y una virulencia particular.
La identificación con el agresor
¿Cómo explicar el carácter virulento y «disociado» de algunas Sombras? Es necesario tener en cuenta no sólo el contenido psicológico rechazado, sino la manera en que ha sido rechazado. El sujeto, víctima de una prohibición efectuada con violencia, se ve llevado a adoptar el comportamiento del autor de la prohibición misma. Es el clásico caso en el que la víctima tiende a identificarse con el agresor y, a continuación, imitarlo espontáneamente. La víctima se inclina a hacer suyos los gestos, palabras, actitudes violentas de su agresor. La Sombra de la persona herida adopta inconscientemente los rasgos de quien la hirió.
La persona herida se verá tentada a perpetuar la agresión que ella misma ha sufrido. Se acusará, se culpará y llegará incluso hasta mutilarse. Además, sentirá a veces una necesidad compulsiva de atacar a la gente de su entorno. Prisionera inconsciente de una Sombra tan virulenta, esta persona estará condenada a vivir, alternativamente, accesos de masoquismo y de sadismo. Aquí está el origen de los gestos violentos.
El individuo procura sobrevivir en un medio que le impide ser él mismo: teme ser objeto de exclusión social si se permite ser él mismo. Este miedo, ya sea real o imaginario, presenta diversas modalidades: miedo a perder el afecto de los padres y los allegados; miedo a quedarse aislado, miedo a sentirse marginado por el grupo; miedo al ridículo; miedo a tener vergüenza, miedo a quedar fuera de las normas recibidas, etc.
Lista de prohibiciones
Prohibiciones de llegar a ser uno mismo
Prohibido crecer o cambiar, pensar en uno mismo, atraer la atención sobre sí, ser una mujer o un hombre, estar sano o enfermo, tener tiempo libre, tener originalidades, sentirse amado por sí mismo o estar orgulloso de sí, retirarse aparte para estar solo, etc.
Prohibiciones relativas a las emociones
Prohibido expresar ciertas emocines como el miedo, los celos, la cólera, la ternura, la tristeza, etc. Prohibido incluso pensar en vivir algunas emociones. Prohibido ser sensual o querer el placer sexual, sentirse «pequeño» y vulnerable, etc.
Prohibiciones relativas a los aprendizajes
Prohibido experimentar, aprender, no saber o sentirse ignorante; prohibido distinguirse de los otros por talentos como el dibujo, la danza, la facilidad de palabra; prohibido ser competente, sentirse incompetente, cometer errores, ser inteligente o intelectual, triunfar, tener fe, expresar esta fe en público, etc.
Prohibiciones relativas a la intimidad
Prohibido hacer amigos, tener una vida íntima, manifestar el afecto con palabras o gestos, amar a tal o cual raza extranjera, confiar, etc.
Prohibiciones relativas a la autoafirmación
Prohibido pedir o rechazar, expresar la propia opinión, tener proyectos, ser conservador o vanguardista, servirse del propio juicio para discernir qué personas son beneficiosas y cuáles perjudiciales; prohibido estar orgulloso de uno mismo, creerse amable o capaza, etc.
.
Si uno desea explotar estas riquezas ocultas en el inconsciente, deberá un día, con humildad, paciencia y coraje, sumergirse en su «saco de desperdicios», retirarlas una a una y concederse el derecho a explotarlas.
Muchos tendrán miedo a llegar a explotar su Sombra. Porque el material psíquico que ha estado escondido durante años en el inconsciente tenderá a regresar y a mostrarse violento. El carácter primitivo, salvaje y rebelde de la Sombra no sólo asustará al individuo, sino que le dará la impresión de que la Sombra es un mal moral que hay que evitar. Éste es un grave error.
Para Jung, la reintegración de la Sombra era el «problema moral por excelencia».
Este trabajo consiste en reconocer la Sombra, aceptarla como parte de uno mismo y reintegrarla en el conjunto de la personalidad. La persona que logra «abrazar su Sombra» se convierte en un ser completo y único.
La concepción junguiana del desarrollo de la persona subraya la necesidad de establecer un justo equilibrio entre los elementos del psiquismo. La armonización del ego consciente y de la Sombra, que él define como «la totalidad del inconsciente», es particularmente importante. Para él, estas dos entidades psíquicas deben mantener su oposición en el interior de un sistema equilibrado, en virtud de una dialéctica feliz. Este proceso recuerda la visión taoísta de lo real, a saber, que el universo resulta de la armonización constante e invisible de la polaridad fundamental, el yin-yang.
3 callejones sin salida que hay que evitar en el trabajo sobre la Sombra
- Identificarse con la persona excluyendo a la Sombra
Tal identificación arrastra consigo la negación no sólo de las pulsiones de su Sombra sino de su misma existencia. Además necesita una obediencia estricta a los códigos de un medio social. Motivada por el temor a ser excluida, desencadenará una ansiedad incontrolable ante la más pequeña infracción por su parte de estas reglas. El individuo, muy atento a adivinar las expectativas reales o imaginarias de su medio, a cuidar constantemente su imagen social, terminará renunciando a satisfacer sus aspiraciones legítimas.
El tipo del perfeccionista es un ejemplo de este defecto, incapaz de permanecer en contacto con su «sentido» y de expresarlo, intenta disimular sus debilidades, por miedo a verse pillado en falta. Está siempre en estado de alerta y teme meter la pata en su trabajo o en sus relaciones. Se encuentra en un perpetuo estado de estrés.
Los esfuerzos desplegados por el «perfeccionista» para dar al traste con la emergencia de su Sombra serán, a la larga, insostenibles. La tensión psíquica resultante provocará toda clase de reacciones penosas: obsesiones, miedos incontrolables, prejuicios, desviaciones compulsivas en el plano moral…, por no hablar del agotamiento psicológico y los estados depresivos que sufrirá.
Este tipo psicológico podría compararse a aquel que se describe como «intolerante con la ambigüedad», que presenta los rasgos siguientes: «débil autoestima, rigidez de pensamiento, estrechez de espíritu, dogmatismo, ansiedad, etnocentrismo acentuado, fundamentalismo religioso, conformismo, prejuicios y débil creatividad».
A primera vista, el cuadro parece desesperante. Sin embargo, recordemos el refrán: «No hay mal que por bien no venga.» La depresión de un individuo será un signo claro de que se está imponiendo un cambio y de que ya no debe continuar identificándose con su ego-ideal o máscara. Este fenómeno se verificará sobre todo en la mitad de la vida, en el momento en que el reconocimiento de la Sombra se hace más imperioso. El individuo reconocerá entonces que ha llegado para ella el momento de hacerle sito a la Sombra que intentaba en vano ocultar.
- Identificarse sólo con la Sombra
Quien opte por esta solución se convertirá rápidamente en víctima de su Sombra, adoptando toda clase de conductas reprensibles: comportamientos desviados, instintivos, primitivos, infantiles, regresivos, etc. La vida en sociedad resultaría imposible para él, porque dejaría entonces el camino libre a todas sus inclinaciones sádicas, envidiosas, celosas, sexuales, etc. El que consiente en convertirse en su Sombra se condena a vivir bajo la autoridad de sus concupiscencias.
El error fundamental del doctor Jekyll fue la temeridad de consentir convertirse en su Sombra. Lejos de intentar establecer una tensión fecunda con su doble, el doctor Jekyll rehúsa la incomodidad de su situación y elige perderse en Edward Hyde. ¿No hace otro tanto el libertino cuando afirma que la mejor manera de librarse de una tentación es sucumbir a ella?
La aventura del doctor Jekyll ilustra claramente el fracaso a que conduce el abandonarse a las pulsiones de la Sombra. Esta actitud, lejos de resolver la tensión moral, no favorece en modo alguno la reintegración de la Sombra.
3. Identificarse bien con el ego, bien con la Sombra
En la vida corriente, es más bien raro encontrar casos tan extremos como el del «perfeccionista» o el del doctor Jekyll. El tercer callejón sin salida, y el más corriente, es el mantenimiento de una doble vida. En este caso, los individuos llevan habitualmente una vida moral ejemplar. Su reputación como cónyuge, padre y ciudadano modelo es la envidia de todos. Después sobrevienen momentos de fatiga o de depresión. Se toman entonces libertades con respecto a sus principios morales. como accesos de cólera, excesos en la bebida, calumnias, maledicencias, etc…
La mayor parte de los alcohólicos conocen muy bien este género de alternancia: bajo la influencia del alcohol, su ego sobrio y ejemplar zozobra en su Sombra alcohólica. Es como si se asistiese a un desdoblamiento de su personalidad
Cómo manejar la emergencia progresiva de la Sombra
- Asumir la tensión entre el ego y la Sombra
No se elude un dilema eliminando uno de sus aspectos. Así ocurre en el dilema ego-ideal vs. Sombra. Es importante asumir la tensión que resulta de él. Al comienzo, el sujeto se siente tenso y atraído por dos realidades en apariencia inconciliables, hasta contradictorias. Pero si persiste en permanecer en este incómodo estado, verá cómo su yo profundo, el SÍ mismo, se encarga de armonizar estos polos, los cuales, siendo opuestos, pasarán a ser complementarios.
El enfrentamiento entre ego y Sombra ha recibido diversos nombres. Los alquimistas lo llamaban nigredo. Los místicos, las noches de la fe. En los mitos de Osiris y Dionisos es descrito con términos gráficos, como el «desmembramiento de la persona; en el chamanismo se habla de despedazamiento y de cocción en el caldero. Por otra parte, los ritos iniciáticos describen el conflicto ego-Sombra bajo la forma simbólica de una tortura o enterramiento. El cristianismo lo compara con la muerte del hombre viejo y con una crucifixión. Durante su crecimiento psicológico y espiritual, toda persona verá cómo un día u otro tiene que enfrentarse a emociones y sentimientos inaceptables, así como a fuertes pulsiones instintivas e irracionales. Igualmente, deberá aprender a no darles libre curso y a no rechazarlos. Simplemente, tendrá que reconocer que estos movimientos forman parte de su dinamismo interno y aceptarlos, sin procurar deshacerse de ellos. Esta actitud de acogida, que evita tanto la liberación como el rechazo, se vincula a la enseñanza de la filosofía Zen sobre el tratamiento de la cólera: abstenerse de obrar bajo el dominio de la cólera, pero guardarse de rechazarla; acogerla en uno mismo con el fin de «domesticarla».
En el curso de la vida, la Sombra crea sin cesar estas divergencias entre entidades psíquicas que pueden llegar a requerir su armonización. Trascender las oposiciones aparentes cultivando el sentido de la PARADOJA constituye un progreso inestimable en el plano de la conciencia. Muchas personas viven de un modo «dual»: aman u odian; expresan sus emociones o las reprimen, trabajan o descansan, se relacionan con alguien o se aíslan, etc. Ahora bien, estas oposiciones aparentes se revelan como complementarias en quien ha cultivado una visión paradójicas de las cosas.
El que consigue conciliar las dualidades enfrentadas en su existencia tiene muchas posibilidades de llegar a una vida espiritual armoniosa. El sentido de la paradoja permite alcanzar un estado superior de conciencia.
Pero, ¿cómo alcanzar este nivel de conciencia?
Una vez que el individuo ha consentio ser crucificado entre su Ego y su Sombra, el Sí Mismo (su Yo Superior), acude en su ayuda. Le ofrece una forma de «resurrección», una transformación de su persona a través de la conciliazión que realiza. Para Jung, ésta señala el comienzo del proceso de individuación. A partir de los elementos dispersos y opuestos del psiquismo, el Sí mismo crea una nueva organización interna de la persona, una «complejificación» del ser. Éste adquiere al mismo tiempo una mayor madurez; es más él mismo y posee con más seguridad sus recursos. Resuelve las aparentes contradicciones de su persona y de su obrar en una armoníasuperior y conoce así un tiempo idílico donde cohabitan los antagonistas más feroces. El profeta Isaías hizo una descripción poética de este estado de gracia que caracteriza los tiempos mesiánicos: «Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos. La vaca y la osa pacerán, juntas, acostarán sus crías; el león , como los bueyes, comerá paja.»
Trascender la situación que crea el conflicto entre el ego y la sombra
El sacrificio del ego
Para resolver la tensión enunciada el ego debe primeramente «soltar prenda». Sin embargo, en esta situación tiende a tener miedo y a reforzar su control sobre la personalidad. Ahora bien, el ego debe, por el contrario, saber abandonar su actitud voluntarista y racional para situarse bajo la esfera de influencia del Sí divino. Debe mostrarse dispuesto a sacrificarse, es decir, a abandonar su pretensión de ser el centro psíquico y querer manejarlo todo desde su punto de vista.
Esta muerte simbólica del ego evoca la imagen del grano de trigo caído en tierra, del que habla Jesús en el evangelio: «Yo os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; sólo entonces producirá fruto abundante. Quien vive preocupado por su vida, la perderá; en cambio, quien no se aferre excesivamente a ella en este mundo, la conservará para la vida eterna.»
La persona sagaz presiente y promueve esta desintegración aparente, pero prometedora, del yo. Pero, en general, las personas tardan en tomar las medidas necesarias, poruqe no se aperciben del cambio iniciado en ellas. Existe entonces el peligro de que un suceso negativo (una enfermedad, un fracaso, una quiebra, un despido o un cansancio excesivo) desencadene un enfretamiento desdestabilizador del ego de la persona con su Sombra.
La acción polarizadora del Sí Mismo
La realización de una trascendencia hacia un más allá de las categorías de bien y aml no es una tarea precisamente fácil. Para llegar a ella es necesario abandonarse a la sabiduría del Sí Mismo y a su poder de integración. Lo cual exige un gran coraje y una confianza cierta en el poder de curación e integración del centro espiritual del ser.
Negar la existencia de la Sombra
Antes de poder encontrar la Sombra, hay que dejar de negar su existencia. En general, es tan ignorada que se convierte en un componente oculto del ser. Es importante entonces reconocer su presencia en uno mismo y aceptarla como una parte integrante aunque oscura, huidiza y misteriosa, de la persona.
Estrategias para reconocer la Sombra
- Descubrir el lado oculta de la persona con preguntas.
Por qué tantas preguntas? Porque necesitarás muchas respuestas convergentes para conseguir identificar las diversas facetas de tu Sombra.
- ¿Cuáles son los aspectos más halagadores de tu ego social, aquellos que te gustaría que los demás reconociesen?
¿Cuáles son las cualidades o rasgos contrarios que has debido rechazar para ponerlos de manifiesto?
Si has deseado, p. ej., pasar por una persona dulce, generosa y sonriente, es muy probable que hayas tenido que disimular tu agresividad, tu egocentrismo y tus accesos de mal humor. Estos rasgos de carácter que tuviste que rechazar componen, de hecho, las diversas facetas de tu Sombra.
Si tienes valor para ello, identifícate con los diversos aspectos de tu Sombra y dite, p. ej.: «Soy agresivo, soy egoísta, tengo mal humor». Permanece atento a las emociones que se avivarán entonces en ti en el momento mismo en que pronuncies estas palabras. Las reacciones emotivas son mu diversas. Algunos dirán: «me siento confuso» y otros: «me siento culpable y avergonzado».
- ¿Qué tema(s) de discusión tiendes a evitar en tus conversaciones?
¿Son la sexualidad, la agresividad, la fe, las ambiciones, la incompetencia, etc.? Los temas que eludes revelan tu miedo a desvelar un aspecto vergonzoso de ti mismo. A menos que confíes plenamente en tu interlocutor, te sentirás molesto al abordarlos.
El día en que lo consigas —escoge preferentemente un interlocutor discreto y digno de tu confianza— habrás logrado ya reconciliarte con una parte de tu Sombra.
- ¿En qué situaciones sientes que te pones nervioso, hipersensible y a la defensiva? ¿Qué tipo de observaciones te sobresaltan?
La vivacidad de tu reacción ¿te asombra a ti mismo? Si es así, es señal de que acabas de pisotear una zona de ti mismo que no aceptas. La incomodidad que has sentido o tu reacción excesiva demuestran la evidencia de que se acaba de dañar una parte sensible de tu Sombra.
La misma observación se impone para un grupo. Así ocurrirá si uno habla de la «soga» en una familia en la que ha habido un ahorcamiento.
- ¿En qué situaciones sientes que eres inferior o que te falta confianza en ti mismo?
-
¿En qué situaciones experimentas vergüenza? ¿En qué terreno te causa pánico la idea de dejar aparecer una debilidad? ¿Te sientes confuso si se te pide, a quemarropa, realizar una actividad cualquiera: hablar o cantar en público, por ejemplo?
-
¿Tiendes a ofuscarte ante una crítica que te hacen? ¿Qué clase de críticas te ponen nervioso o incluso te irritan?
Una reacción violenta ante una observación indica, una vez más, que acaban de poner al desnudo una faceta de tu Sombra. Si reaccionas siempre tan vivamente ante una crítica recurrente de tus allegados, significa que descubren un aspecto oculto de tu persona que no te interesa mostrar.
Este tipo de reacción excesiva podría ser explicado con otra hipótesis: te habrías convertido en el «chivo expiatorio» de un grupo. Convendría entonces que te preguntases qué es lo que hay en ti que ha podido incitar a las personas de tu entorno a escogerte como el depositario de su Sombra.
- ¿Tienes dificultades para aceptar un cumplido?
Si alguien te dirige cumplidos —»eres elegante, eres creativo, haces bien las cosas»— por ejemplo, que tú te niegas a aceptar, no reconociendo en ellos ningún fundamento, porque te preguntas si debes dar crédito a los otros, e incluso minimizando su alcance, te convendría preguntarte por el motivo de tus reacciones. «¿Qué me ocurre para que me defienda con tanta energía contra estas muestras de admiración? ¿No estoy camuflando una parte de mi Sombra, a saber, un ardiente deseo no confesado de ser admirado?».
- ¿Por qué razón te sientes turbado o insatisfecho de ti mismo? ¿Tal vez, por ejemplo, por tu apariencia física o por un rasgo de tu carácter?
Si es así, es probable que procures disimular algo que consideras una debilidad. En compensación, es posible que tu persona te imponga ideales de éxito, de belleza o de perfección imposibles de alcanzar y que, en consecuencia , te fuerzan a rechazar todo lo que no se acerca a estas exigencias.
En definitiva, la aceptación de tus imperfecciones , tus defectos, y tus errores demostrará que has comenzado a reconciliarte con tu Sombra. ¿No será este punto el inicio de una sabiduría que se llama «humildad»?
- ¿Por qué cualidad se distinguía tu familia en tu medio? Cada familia presenta un rasgo característico. Honradez, valentía, trabajadores, hospitalarios…
Para identificar tu Sombra familiar, no tendrás más que reparar en la cualidad opuesta a la que es reconocida por el entorno.
La Sombra familiar será, por consiguiente, aquello que la familia no se ha permitido vivir y experimentar.
El humor para reconocer la Sombra
El examen del contenido del humor, y más aún de las reacciones ante diversas formas de humor, permite identificar la naturaliza de la Sombra. La risa no es tan inocente como se quiere dar a entender. Si uno lo considera con más detenimiento, la risa se explica a menudo por las represiones. Viene a desactivar la tendión entre la voluntad de perfección y las inclinaciones rechazadas por el super-yo. Piénsese en el ataque de risa suscitado por una torpeza cometida durante una ceremonia solemne, por la caída de un personaje envarado o, aún más, por un lapsus durante un discurso demasiado serio.
El humor espontáneo descubre la presencia de la Sombra y de su nebulosa de pensamientos, deseos y fantasmas reprimidos en la vida corriente. Descubre ese lado de uno mismo que se cree inaceptable para el entorno. Hay una parte de uno mismo que no puede resistirse a disfrutar con la humillación sufrida por otra persona. Primero, porque se consuela por no encontrarse en una situación tan molesta; pero también en virtud de ese sadismo agazapado en lo más recóndito de su Sombra.
Por el contrario, si alguien no tiene humor, es porque posee una sombra tan bien escondida y de tal modo acorazada que no consigue ni siquiera manifestarse por la risa.
Cómo reconocer la Sombra del prójimo
Es también necesario detectar la Sombra del prójimo para evitar ser ensombrecido por ella.
Reacciones ante una observación
Si una observación turba o irrita a alguien, es probable que haya enganchado una zona «sombreada» de su ser. A pesar de los esfuerzos que haya podido desplegar para esconder ese lado de sí mismo, la violencia de su reacción lo habrá puesto al descubierto.
La manera de establecer prohibiciones
La sombra puede también expresarse en las prohibiciones que se imponen a los demás. Sin darse cuenta, muchos educadores, en razón del sesgo negativo de sus directrices, empujan a los niños a transgredir sus propias prohibiciones morales.
En realidad, no es de extrañar que algunos de los predicadores que con más saña denuncian la permisividad sexual se conviertan ellos mismos en culpables de delitos sexuales. Su predicación reflejaba más sus propios conflictos con su sombra que la inquietud por enseñar una sana doctrina de orden moral o espiritual.
Las reprobaciones y las críticas al prójimo
Consiste en escuchar las reprobaciones y las críticas que una persona se permite formular sobre los demás. En palabras de Ken Wilber: «En realidad, nuestras críticas virulentas a los demás no son otra cosa que piezas no reconocidas de nuestra propia autobiografía. Si quieres conocer a fondo a alguien, escucha lo que dice acerca de los demás.»
Concluyendo, todo trabajo sobre la Sombra comienza por el reconocimiento de ésta. En primero lugar, el conocimiento intelectual de la Sombra nos ayuda a sospechar su presencia en nosotros. Después, un conocimiento más práctico nos enseña a acoger a este «enemiogo que hay en nosotros» y, después, a transformarlo en amigo.
Volver a tomar posesión de las propias proyecciones
No existe ningún test psicológico más preciso y eficaz que el examen de nuestras proyecciones para conocer las cualidades y los rasgos de carácter de que adolece nuestro crecimiento. En efecto, si tendemos a despreciar y a detestar en otra persona algunas cualidades o rasgos de carácter, es que tenemos una necesidad urgente de desarrollarlos en nosotros mismos.
Teoría de la proyección
Marie-Louise von Franz, discípula de Carl Jung, la define, como «una transferencia inconsciente, es decir, no percibida e involuntaria, de elementos psíquicos subjetivos rechazados sobre un objeto exterior». Consiste en ver, oír y sentir, por reverberación sobre el exterior, las emociones, cualidades y rasgos que han sido rechazados en uno mismo. Se produce entonces un desplazamiento del material psíquico «de dentro» de sí «hacia fuera» de uno mismo.
Von Franz precisa que el «proyector» -el autor de la proyección- es casi siempre inconsciente de su acto de proyectar sobre el prójimo y de sus proyecciones. De lo único que es consciente es de que está bajo la influencia de un sentimiento intrigante, cuyo objeto puede ser fascinante o repulsivo. Experimenta atracción si las cualidades o los rasgos de carácter proyectados son considerados como deseables para él; experimenta repulsión si estas cualidades o rasgos proyectados son turbadores o amenazantes para él. Por consiguiente, tenderá, o bien a idealizar a la persona en el primer caso o bien a despreciarla en el segundo. En los dos casos, la apreciación del «proyector» será flsa, porque será desproporcionada con respecto a lo real. En una palabra, creerá estar en relación con una realidad exterior a sí mismo cuando la vive en su propio inconsciente.
Proyecciones de la Sombra en el amor pasional
Si el amor es recíproco, hay proyección mutua. En efecto, el amor pasional se nutre de la proyección mutua de la Sombra blanca de los cónyuges.
En la fase de atracción, el enamorado ve en su amada la encarnación de cualidades que él desearía poseer, pero cuya adquisición ha sido arrojada a la Sombra. Por eso, uniéndose a ella siente que recupera por su propia cuenta las cualidades deseadas que él mismo ha ocultado. Alguien escribió con humor que es más fácil csarse con una persona provista de las cualidades que se desea poseer que afanarse por adquirirlas. El amante tranquilo, afectuoso, ahorrador y bohemio tenderá por lo tanto a enamorarse de una mujer dinámica, distante, generosa y perseverante. En el amor pasional, los contrarios se atraen.
Pero, una vez que se enfría la pasión, sobreviene un cambio brusco de la situación. Porque en el amor pasional la fascinación es versátil. Con el desgaste cotidiano, la atracción llega incluso a transformarse insensiblemente en repulsión. No es la personalidad del amante lo que ha cambiado, sino la fascinación primera, que se transformó en espanto. En efecto, con la disminución de la atracción sexual, los viejos miedos, alimentados por la Sombra, vuelven a la superficie. Se vuelve al punto de partida, es decir, al momento en que se arrojó a la Sombra todo cuanto habría podido ser causa de rechazo social.
En la pareja, lo que fascinaba al comienzo de la relación se convierte en una birria. El esposo tienen entonces las impresión de que la esposa ideal del tiempo del enamoramiento ha cambiado completamente: de «dinámica» se ha metamorfoseado en «histérica»; de «reservada» en una «nevera»; de generosa en calculadora; de perseverante en una testaruda. Y la esposa vive el mismo drama: ve que su cónyuge se ha transformado de tranquilo en aburrido, de afectuoso en maníaco sexual, de ahorrador en avaricioso, de bohemio en infiel. Las razones por las que se habían casado se han convertido en motivos de separación.
A los cónyuges no les resulta fácil salir del callejón sin salida creado por la proyección mutua de su Sombra, aun cuando al principio les pareciera beneficiosa. Para salvar su pareja no tendrán más opción que dejar de culparse el uno al otro, reapropiarse de su Sombra respectiva y volver a construir una nueva relación basada en el respeto mutuo de su personalidad. Éste es el principal desafío que todos los cónyuges tendrán que aceptar, un día u otro, si desean crecer y hacer crecer su unión.
Etapas de reapropiación de la Sombra
Proyectar la Sombra sobre alguien equivale a ponerle una máscara sobre el rostro y a actuar después en consecuencia. El personaje creado de esta manera fascina o repele, segúnel caso. La máscara que se creía perfectamente ajustada a la personalidad del otro no lo está siempre y amenaza con caerse. El prejuicio favorable o desfavorable con que se había vestido al otro al comienzo no se corresponde siempre con los comportamientos reales de la persona portadora de la proyección.
Hieros Gam
kri. Compasión
RAA
Descubre más desde Sé y Haz.
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.




Comentarios recientes