.
.
.
En sus capítulos finales, “The Age of AI: And Our Human Future” plantea que la humanidad se encuentra ante un cambio histórico tan profundo como el que provocó la invención de la imprenta. De manera resumida, estas son las conclusiones principales que exponen los autores:
- Un nuevo paradigma en el conocimiento.
• La inteligencia artificial (IA) permite descubrir patrones y soluciones imposibles de detectar por la sola razón humana.
• Este hecho desafía la idea que tenemos de “lo humano” como la cima de la inteligencia. Al surgir una “lógica” no humana que puede superar ciertos límites de nuestra mente, nuestras nociones sobre la creatividad, el conocimiento y la razón quedan transformadas. -
Alianzas humano–máquina y el rol de la autonomía humana.
• La IA no es solo una herramienta: “aprende” y opera de manera dinámica, generando resultados a veces inesperados.
• Los autores prevén que, en muchos ámbitos (desde medicina hasta las decisiones cotidianas), las personas dependerán estrechamente de la IA, lo que planteará dilemas sobre nuestra autonomía y sobre cómo preservar la iniciativa y la responsabilidad humana. -
Impacto en la sociedad, la economía y la educación.
• La IA altera el mercado laboral, la organización de las empresas y la forma en que se procesan y distribuyen los datos. Muchas tareas repetitivas o analíticas se automatizarán, impulsando posibles desplazamientos laborales y exigiendo nuevas competencias.
• Se requerirán reformas en la educación y en la formación continua. Niños y adultos podrían llegar a aprender con tutores de IA, pero esto conlleva riesgos en la socialización, la creatividad y la interacción humana directa. -
Transformaciones políticas y geopolíticas.
• Las redes y plataformas globales ya usan IA para filtrar y difundir información, afectando la opinión pública y los sistemas de gobierno. Esta influencia plantea riesgos de manipulación, censura y fragmentación de la realidad.
• A escala global, la carrera por dominar la IA genera tensiones estratégicas. Países y grandes corporaciones compiten por el liderazgo tecnológico, lo que abre preguntas sobre la seguridad colectiva y la posible regulación internacional de las armas autónomas y los ciberataques. -
Necesidad de un marco ético y regulatorio.
• Los autores urgen a definir límites claros al uso de la IA, en especial en campos donde las implicaciones morales y de seguridad son críticas (justicia, armas autónomas o manipulación informativa).
• Proponen la creación de organismos o comisiones con la participación de científicos, políticos, filósofos y líderes empresariales para debatir y establecer reglas que eviten una pérdida de control humano. -
Una redefinición de la identidad humana.
• La IA puede liberar nuestras capacidades y acelerar descubrimientos científicos o avances sociales. Sin embargo, también pone en riesgo la confianza en la razón individual y la cohesión de las sociedades liberales y democráticas.
• Para los autores, se trata de preservar la dignidad humana y la agencia moral frente a un futuro donde la IA será esencial en casi todos los ámbitos.
En síntesis, la conclusión principal es que la IA, por su potencial para llevar los procesos de descubrimiento y toma de decisiones más allá de los límites humanos, exige un replanteamiento filosófico y político de fondo. Si no se establece de forma deliberada una ética y una regulación global, corremos el riesgo de que la propia tecnología imponga sus lógicas, alterando de manera irreversible la noción misma de lo que somos como especie. Para evitarlo, los autores llaman a una acción conjunta de gobiernos, empresas, centros de investigación y líderes intelectuales, en busca de un equilibrio que aproveche las oportunidades de la IA sin diluir lo esencialmente humano.
Atención, pregunta: ¿a cuántos filósofos expertos en ética véis en los grupos de desarrollo de IAs? Microsoft echó a todos (https://www.theverge.com/2023/3/13/23638823/microsoft-ethics-society-team-responsible-ai-layoffs).
We are pretty much fucked up. Opinodeque.
Según “The Age of AI: And Our Human Future,” la irrupción de la inteligencia artificial (IA) implica cambios profundos tanto en nuestros procesos de conocimiento como en la forma de vivir y experimentar la realidad. De manera general, el libro señala que la IA introduce una lógica no humana capaz de descubrir patrones a escala y velocidad imposibles para la mente individual, afectando así nuestros referentes cognitivos y nuestra propia conciencia de lo que es real [[11]]. A continuación se resumen los aspectos centrales de esos cambios:
1) Una nueva forma de “conocer” y procesar la realidad
• La IA no se limita a ejecutar reglas predefinidas: aprende y crea modelos a partir de enormes conjuntos de datos, a menudo llegando a conclusiones o soluciones sorprendentes que los humanos no habrían podido concebir por sí mismos [[11]].
• El libro enfatiza que la razón humana, entendida como el motor de la civilización desde el siglo XVII, ya no sería la única forma de descifrar el mundo. Aparece un tercer modo, distinto de la fe y la razón ilustrada, que se basa en la detección de patrones y la optimización no intuitiva de la IA [[11]].
2) Alteración de la percepción individual y colectiva
• Como autora de hallazgos científicos, la IA revela facetas de la realidad que permanecían fuera del alcance de nuestras categorías: por ejemplo, en biología, AlphaFold ha predicho estructuras moleculares complejas que durante décadas no se habían podido desentrañar con métodos tradicionales [[11]].
• Esta capacidad de “descubrimiento acelerado” también implica que grandes decisiones y descubrimientos pueden aparecer sin que tengamos, de entrada, una explicación clara de sus fundamentos. Se generan resultados “más allá” de lo que la mente humana normal podría anticipar, lo cual obliga a replantearse qué entendemos por causalidad y conocimiento objetivo [[11]].
3) Dependencia y (posible) disminución de la autonomía
• En la vida cotidiana, el libro advierte que la IA asumirá cada vez más funciones de filtrado y recomendación: desde las noticias que vemos en redes sociales hasta sistemas que deciden préstamos o diagnósticos médicos. Estas herramientas brindan eficiencia, pero hacen menos transparente el proceso de decisión, promoviendo una familiaridad con la “lógica de la máquina” cuyo detalle no siempre comprendemos [[11]].
• La automatización y la personalización algorítmica podrían afianzar “burbujas” de realidad a medida, alterando el sentido de objetividad compartida. Esto genera ansiedad sobre cómo se forman las opiniones individuales y el consenso social cuando cada cual ve un espectro informativo distinto y muchas veces imposible de contrastar [[11]].
4) Redefinición del aprendizaje y la creatividad
• El libro describe cómo la IA no solo superará al humano en tareas de análisis masivo —como detección precoz de enfermedades— sino también en labores consideradas “creativas,” por ejemplo la generación de textos o la composición de imágenes y música. Los llamados modelos generativos (como GPT-3) pueden ya redactar artículos coherentes y crear arte digital que rivaliza con obras humanas [[11]].
• Este fenómeno sacude la noción tradicional de lo que es “exclusivamente” humano. El acto de aprender, investigar o crear ya no estará circunscrito al ingenio individual, pues la IA abre una colaboración híbrida: el humano aporta contexto ético, metas y principios; la IA sugiere enfoques, halla relaciones ocultas, o incluso ejecuta parte sustancial del trabajo [[11]].
5) Transformaciones en la experiencia cotidiana e identidad
• El texto resalta que la IA, al volverse ubicua (capaz de acompañarnos en móviles, electrodomésticos, plataformas de comunicación y trabajo), se vuelve una suerte de “compañero” cognitivo que nos guía y a veces decide por nosotros. Esto trastoca la manera en que definimos libre albedrío, responsabilidad y sentido de autoría [[11]].
• La educación y la socialización también se verán afectadas. El libro imagina niños que crecen con asistentes de IA “omnipresentes” (tutores personalizados, compañeros de juego, supervisores) que pueden moldear de manera decisiva su percepción y conducta. La cuestión es si ello reforzará el desarrollo humano o, por el contrario, debilitará la empatía y la autonomía al delegar en máquinas tareas que antiguamente nos formaban como personas [[11]].
En conjunto, el libro sostiene que la IA inaugura una época con un actor no humano que ve, analiza y transforma el mundo desde lógicas distintas a las nuestras. Eso implica:
• Retar la noción de que la razón humana, por sí sola, basta para explicar y dirigir la realidad.
• Ampliar profundamente el potencial de descubrimiento: nuevos medicamentos, nuevas teorías y nuevos productos surgen de procesos que no entendemos plenamente.
• Poner a prueba la agencia individual y colectiva, pues parte de nuestras decisiones estarán cada vez más mediadas por sistemas digitales.
• Plantear la necesidad de un marco ético y filosófico que mantenga la dignidad y la responsabilidad humanas ante una tecnología que puede parecernos casi “orfacular.”
La conclusión esencial es que la IA va a cambiar nuestro modo de entender el mundo y nuestro rol en él, al añadir un tipo de inteligencia emergente y no humana a las tareas cognitivas, productivas y creativas que han definido tradicionalmente la experiencia de “ser humano” [[11]].
Descubre más desde Sé y Haz.
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.










hola he descubierto este blog hace poco de forma curiosa.
Nos lo dicen por todas partes, los pitonisos del sistema que pusieron fechas hace años o décadas acertaron sus predicciones.
Pero las sorpresas de este 2025 son inquietantes.
Me gustaMe gusta
hola RB! Bienvenid@! Ya contarás tan curiosa forma si gustas o a mi correo de contacto, me intriga. Inquietantes sorpresas sin ninguna duda… y las vamos a vivir en vivo y en directo. Veremos!
Me gustaMe gusta