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¡Ah, déjenme que no aproveche nada!
¡Ni tiempo, ni ser, ni memorias de tiempo o de ser!…
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Déjenme ser una hoja de árbol, estremecida por brisas,
el polvo de un camino involuntario y solo,
el surco dejado en el camino por las ruedas mientras no pasen otras,
el trompo del muchacho, a punto de parar,
que oscila, con el mismo movimiento que la tierra,
y se estremece, con el mismo movimiento que el alma,
y cae, como caen los dioses, en el suelo del Destino.
Fernando Pessoa – Apostilla
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