«Un beso a la humanidad», por G.

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En tu Presencia me siento menos solo, G.

Gracias amigo ❤

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Un beso a la humanidad.

por G.

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17/12/2018

Lo que más amo en el mundo es conocer la verdad. Hacer que mi ser se expanda generando ideas que flotan y se estiran como bocanadas de humo. Bajo este estado podría ser el escritor más importante del mundo, de la historia. Los delirios no importan, son libres de traspasar muros de miedo compacto, ese que nos mantiene en el fango del ser. Las palabras te abrazan, amigas, te dan el potencial de ser lo que quieras ser. Un pájaro en el éter. Lo incorrecto se hace correcto, lo imposible posible, lo inalcanzable alcanzable. El poder de saber lo que eres, junto con la anulación total del miedo, la expansión de la consciencia en todo su ser, transforman las palabras en deliciosos dulces, calor en el invierno, éxtasis sexual incrustado en papel. Podría ser el mayor generador de belleza posible. La belleza recorriendo espacio en blanco, viéndose diluida al final de una hoja. El miedo es duda, anulación, violencia, tierra, angustia. El miedo es un monstruo atroz, cruel, es lo perverso, el frío, la oscuridad. Todo cuanto odiamos lo viste el miedo. Toda la frustración y la sed de venganza, el querer romper el papel por donde antes caminaba delicadamente la belleza. La belleza muerta, acribillada en un solar, ensangrentada.

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Lo bueno y lo malo no existen en la libertad de la consciencia. Simplemente es. El ser en todo su ser. La totalidad.

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El miedo aplastado, aniquilado. ¡Ah!, si pudiéramos aplastar el miedo. Seríamos Dios, tomaríamos conciencia de lo que somos. Liberar la mente es darse cuenta de ser Dios.

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¿De qué nos sirve este cuerpo absurdo, esta carga pesada, este cerebro que aloja amigablemente al miedo? ¿Por qué? ¿Por qué estamos atrapados en este salón? ¿Por qué nos mantienen retenidos, sin poder ser plenamente hasta el final de los días? Liberar la belleza retenida entre estos muros, dejarla volar libremente, verla sonreír, graciosa y ligera. Cuidarla y acariciarla. ¿Qué pasa cuando se es Dios? Que todo es posible, que todo se te revela, que traspasar con tu boli el papel y mandarlo hasta el infinito te convierte en el mejor escritor del orbe. Que un escritor son todos los escritores. Que el genio surge. Que Cervantes se inclina, entendiendo, te da la mano cómplice, te invita a una caña y te abraza con camaradería.

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¿Cómo el plasmar tanta belleza sobre una hoja en blanco no valdría millones? ¿Cómo no podría esta hoja convertirse en la Gioconda, lucir en un museo donde la gente, al verla, comenzase a llorar, comprendiendo que Dios les quiere, que no saben por qué Dios les mantiene recluidos pero les quiere? ¡Oh, la duda!, compañera del miedo, perro de presa que sale corriendo a sus órdenes, con su mismo rostro cruel.

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El éxtasis se acaba, la duda acecha, olfatea frenética entre el bosque de raíces. Desaparecemos, vienen a por nosotros. La belleza empieza a sangrar. La duda la atenaza, muerde su garganta, saborea su sangre y ríe repugnantemente mientras el miedo la recompensa.

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El formato, la regla, el estilo, discípulos del miedo. Escoria de la sociedad. Mediocres, acomplejados. No podéis matar a la belleza. La poesía es la música de las palabras, el poeta es la mano de Dios, mira desde arriba a todos los demás y con su palabra bendice a la gente. ¡Ridículo! ¡Estúpido!, clama el miedo. ¡Vergüenza!, clama la duda. Los mediocres te asesinan. ¿Qué es destruir a la duda y al miedo más que estar en Dios? Vivir en Dios. ¿Cómo va a haber bueno y malo, posible e imposible, un juez que te diga que existes? ¡Cómo no voy a existir!, le digo al juez arrojándole a su atroz cara el papel con la belleza escrita. Cómo no corroborarme al escribir que soy Dios, que un poeta es Dios, que todo lo que es belleza es Dios. Que todo el que crea destruye el miedo. ¿Por qué seguir escribiendo? ¿A quién demostrar nada? Escribo para volar, para ser auténticamente libre.

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La alegría, la felicidad, el amor, la risa, la bondad: todas hermanas, todas a los brazos de Dios.

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Qué deleite escribir. Es rico, es sabroso, dulce, caliente. Es un brazo de fuego dibujando. Es poder, es fuerza, es sexo. Es una carga de caballería traspasando las líneas del miedo, aniquilándolo. La belleza triunfa, todo es posible. Arriba es abajo, abajo arriba. Lo bueno, malo. Lo feo, bonito. Destrozo la dualidad con las palabras. Las secuestro, las mantengo alejadas del miedo. ¡Un genio nace! ¡Un genio nace!

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Uno, dos, tres, puedo decir lo que quiera. ¿Cómo negar lo que existe? ¿Qué es lo normal? Malditas barreras. Un zorro enjaulado. Desvariar. Todo se cae. La realidad está aquí. Lo normal nos aplasta, volvemos al traje, a la carga pesada. El valor se desvanece. La duda pone su pica.

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Quien siente ser Dios sabe que todos somos parte de Dios. Encontrar a Dios es ser consciente del valor de la fe. Volveremos al fango, a la vergüenza, a la duda. A los brazos grotescos del miedo. Pero haber nadado en él, quererle, acariciarle, amarle a través de un océano de papel, de palabras navegando con las velas levantadas, confrontando las olas de la duda, conquistando un nuevo mundo de amor. Fe, jamás te hubiese pronunciado. Jamás te hubiese comprendido. Apestada por la humanidad más enlodada. Una mente es todas las mentes. Un hombre, todos los hombres. Una mujer, lo más bonito del mundo.

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Una fábrica de ideas con olor a galleta. Ser niño, y amar y ser amado. No hacer nada porque tu bolígrafo ya sabe lo que hacer, dibuja una sinfonía, revolotea entre el papel. Las palabras son líneas dibujando belleza. Dios es poder ser en plenitud. El miedo es no poder serlo. Todos debemos encaminarnos hacia la destrucción de nuestro miedo. Nuestra misión, nuestro único objetivo, es ser en plenitud. El que lo hace vive el mayor gozo de todos los posibles, llora escribiendo. Escribir es como bailar. El que baila escribe, el que toca música baila. Vergüenza, discípula del miedo, compañera de la duda. ¡Puta asquerosa! ¿Locura? Tal vez. Hermoso, mucho. Cómo dejar de bailar, cómo dejar de flotar. Cómo dejar de ser Dios. Dios es música, es baile, es gozo. Dios es porque quiere ser y punto. Las emociones se transforman en palabras. La alegría se convierte en caracteres. El movimiento de tu mano al escribir es una sonrisa para el alma. Una taza de chocolate en un día aburrido. Todo lo bueno que hay en el mundo. Vivir en Dios es amar. Es hacer el amor con un papel. Acariciarlo, defenderlo de la vergüenza, destruir la pica de la duda. Terminar en cualquier punto y saber que cada cosa escrita detrás es un dibujo celestial, una danza de amor, un beso a la humanidad.

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