Detesto “meditar”. Definitivamente lo de sentarse con el orto alineado con el núcleo del planeta y la coronilla apuntando a la bóveda celeste no es lo mío.
Sin embargo, tras mi ingesta de 30 gr. frescos de Copelandia Cyanenscens, durante 2 años el mundo entero se tornó en una “no-meditación” para mí, rodeado de Belleza y Compasión por doquier.
Hice un curso de Mindfulness que me costó 250 euros. Total, para qué: para nada, recuerdo que pensé. Todo lo que “explicaban” en el curso ya me lo aprendí yo con los Copelandia. No fue más que un “re-cordar” (es decir, volver a pasar por el corazón).
A ráfagas me acuerdo de lo vivido durante aquellos 2 años. A ráfagas no. A ratos lo vuelvo a “experimentar”. Últimamente me encuentro muy a menudo “en el pelo”. A ratos no.
Y precisamente esa es la Esencia de aquella no-experiencia: que, tanto si sí como si no, todo está bien como está, claro.
[o no, claro.]
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How Meditation Changes Your Brain — and Your Life
Os invito a verlo entero. Merece la pena. Además el gachó este es muy simpático. (Subtítulos en la ruedecita.)
Comunidad de Meditación de Yongey Mingyur Rimpoché